* Pharomachrus auriceps.
* Pharomachrus fulgidus.
* Pharomachrus mocinno.
* Pharomachrus pavoninus.
* Pharomachrus neoxenus.
Los aztecas y los mayas adoraban al quetzal como dios del aire.
Cuando se reunieron todas las aves para elegir rey, surgieron numerosas disputas acerca de la manera cómo había de hacerse la elección.
-La belleza es una de las primeras cualidades que debe ostentar un monarca -dijo el pavo real- Mostremos todos nuestro plumaje.
-Lo primero es la dignidad -objetó la lechuza- Veamos quién tiene más noble aspecto.
-O quién sabe hablar mejor -observó el loro.
Pero el águila exclamó:
-¿Qué es lo que nos eleva por encima de todos los seres vivientes? ¿No es el vuelo? Debemos, pues, elegir por nuestro rey a quien más se remonte en el aire.
Y como el águila era fornida y vigorosa, impuso su voluntad a la asamblea. A una señal convenida, lanzáronse las aves todas al espacio, a ver quién se elevaba más alto. El águila no tardó en cernerse sobre todas las demás, y siguió remontándose hasta que se agotaron sus fuerzas.
Mas, en este momento, un reyezuelo que hasta entonces había ido tranquilamente posado sobre las espaldas de aquélla, abandonó su puesto y se remontó un poco más. ¡Y calcúlese la contrariedad del águila al ver que la asamblea elegía como rey a un pajarillo tan insignificante.